viernes, 13 de mayo de 2016

UN NIÑO NACE CON SIETE DONES NATURALES.


El primero es la inocencia, el segundo es una mente abierta, el tercero es la imaginación, el cuarto es la confianza, el quinto es la pasión por la vida, el sexto es la compasión por la vida, el séptimo el coraje.
Son los dones que el mundo trata de robar de cada niño reemplazándolos con siete cualidades inferiores como la culpabilidad, la mente cerrada, el conformismo, la duda, la apatía, la insensibilidad y el temor.
Al igual que Gideon, descubrí el lado más oscuro de la humanidad siendo niño, cuando vi por primera vez a un cachorro de foca apaleado. Pero también experimenté el júbilo de ver a las ballenas y de nadar con castores y delfines, focas y peces.
Durante mi infancia surgió un amor de por vida por las demás criaturas, por la naturaleza y una pasión por defender y proteger. También me permitió vislumbrar las cosas de las que no quería formar parte. Fue siendo niño cuando me dije a mí mismo que acabaría con la matanza de focas y que protegería a los animales salvajes.
Mis experiencias de niño moldearon mi evolución como adulto y no perdí nunca esa inocencia. He conservado una mente abierta, nutrido mi imaginación y he mantenido mi confianza, pasión y compasión y reforzado mi coraje.
Los libros que he leído, las aves cuyos cantos me cautivaron, los animales que he visto, los grandes profesores a los que he escuchado y el amor que ha llenado constantemente mi corazón me han mantenido en la senda de la compasión.
Cada niño tiene el potencial para la grandeza y esa grandeza puede nutrirse simplemente no sometiendo las siete virtudes positivas con las siete características negativas.

Los sueños de un niño pueden convertirse en realidad si los siete dones naturales con los que nace no se pierden. El secreto es simple. Sigue a tu corazón y recuerda que tu corazón nunca se equivoca.





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