viernes, 26 de agosto de 2016

Aprendí…


Que no puedo exigir el amor de nadie. Apenas puedo dar buenas razones para que gusten de mí, y tener paciencia para que la vida haga el resto.

Que a pesar de que ciertas cosas puedan ser importantes para mí, hay personas a quienes no les interesan, y jamás conseguiré convencerlas.

Que puedo pasar años construyendo una verdad, y que puedo destruirla en apenas unos segundos.

Que puedo hacer algo en un minuto y tener que responder por ello el resto de mi vida.

Que tardaré mucho en transformarme en la persona que quiero ser, y debo tener paciencia.

Que puedo traspasar los límites que yo mismo me coloqué.
Que tengo que escoger entre controlar mi pensamiento, o ser controlado por él.

Que perdonar exige mucha práctica; y también que hay mucha gente que me aprecia, pero que no consigue expresarlo.

Que los héroes son personas que hacen lo que creen que deben hacer en un determinado momento, independientemente del miedo que sientan.


Que en los momentos más difíciles, la ayuda vino justamente de aquella persona, que pensaba que iba a intentar perjudicarme.
Que jamás puedo decir a un niño, que sus sueños son imposibles. Sería una tragedia para el mundo, si consigo convencerlo de eso.
Que tengo el derecho de irritarme, pero no tengo el derecho a ser cruel.

Que no es suficiente ser perdonado por los otros; aprendí que tengo que perdonarme primero.

Que las circunstancias de mi infancia son responsables por lo que soy, pero no por los caminos que elegí siendo adulto.

Que cuando dos personas discuten, no quiere decir, que se odien. Y cuando dos personas no discuten, no significa que se amen.

Que por más que quiera proteger a mis hijos, ellos sufrirán y también sufriré, pues eso forma parte de la vida.

Que mi existencia puede cambiar para siempre en pocas horas, por causa de personas desconocidas.

Que la palabra «amor» pierde su sentido cuando es usada sin criterio.

Que ciertas personas se van para siempre, pase lo que pase.

Que los diplomas en la pared, no me hacen ni más respetable, ni más sabio que los demás.



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