1. Edúcalo para que sea libremente responsable.
Eso implica delegar y confiar; saber soltar o recoger como cuando se eleva una cometa.
2. Dale un lugar en la vida familiar. Que participe en toma de ciertas decisiones y sienta que es amado.
De lo contrario se siente mejor con su parche o grupo de la calle o el colegio porque allí sí es alguien.
3. Respeta su territorio, sus gustos y sus “locuras” mientras él responda en lo esencial.
Y lo esencial es que sea buen hijo, buen hermano y buen estudiante, no cómo se viste o tiene su pelo.
4. Sé coherente ante él para poder educarlo con rectitud y una disciplina que la vida le pedirá donde vaya.
Bien dijo Bill Gates en un discurso de grado: “Si hoy tu padre te parece exigente, ya verás un día en el trabajo cómo te tratará un jefe”.
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