Esta pequeña historia con moraleja creo que expresa muy bien como se puede sentir a veces una persona, madre o no, cuando se echa toda la responsabilidad de la familia, el trabajo, o los amigos, sobre los hombros y la importancia de desprenderse de ese exceso de responsabilidad para ser feliz.
Mi mujer había estado adelgazando peligrosamente y la encontraba cada vez mas deprimida y con ganas de nada. Estaba irritable, gruñona y amargada y las discusiones eran constantes en casa.
Un día, de pronto, ella pareció cambiar. La situación era la misma, sin embargo, de pronto ella empezó a comportarse de una manera extraña:
Un día mi hijo mayor le comentó... He estado buscando trabajo pero no he encontrado nada, voy a echarme unas cervezas con los amigos, volveré tarde.
Ok le contestó mi mujer, no te preocupes, pásalo bien, diviértete y ya encontrarás trabajo...
Al día siguiente llego el pequeño y le dijo: He suspendido cinco asignaturas. Bueno, ya recuperarás, y si no pues repites, ya sabes que te quedas sin paga y sin vacaciones, le dijo sin alterarse
Nuestra hija llego mas tarde con la noticia que le había dado un golpe al coche: llévalo al taller, - le dijo mi mujer, con mucha tranquilidad -, busca como pagar y mientras tanto muévete en autobús.
Esa misma semana llegó la novia del mayor, diciendo que había tenido bronca en casa y que si podía pasar un tiempo con nosotros. Acomódate en el sofá y coge unas mantas del armario. le dijo mi madre, mañana echarás una mano en la casa.
Sorprendido de ver estas "no reacciones" de mi mujer, pregunté al resto de la familia, que se mostraron tan sorprendidos como yo... pensamos incluso que el médico le habría recetado algún tranquilizante o ansiolítico y estaría tomado demasiados, así que decidimos que era el momento de hablar con ella
Cuando estuvimos reunidos y le preguntamos a que se debía esa actitud nos comentó:
"Me tomó mucho tiempo darme cuenta de que cada quien es responsable de su vida. Me tomó años descubrir que mi angustia, mi mortificación, mi depresión, mi enojo, mi insomnio y mi estrés, no sólo NO resolvían los problemas de los demás sino que agravaban los míos.
Yo no puedo ser responsable de las acciones u omisiones de los demás, solo está en mi mano controlar mis reacciones y mi manera de comportarme. Así que llegué a la conclusión de que mi deber para conmigo misma es mantener la calma y dejar que cada quien resuelva lo que le corresponde.
Sois vosotros, mi familia, los que tenéis los recursos necesarios para resolver vuestras vidas. Yo os podré dar consejo, dar apoyo, podré incluso hacerles la colada o la comida en la medida de mis posibilidades, pero sois vosotros los que tenéis dentro de cada uno, los recursos necesarios para afrontar los problemas y resolverlos.
Así que, de hoy en adelante, yo dejo de ser el costal de sus culpas, la lavandera de sus remordimientos, la abogada de sus faltas, la depositaria sus deberes o la mosca cojonera que les avise de la importancia de cumplir sus responsabilidades.
"Los declaro a todos "Adultos, Independientes y Autosuficientes."
Todos se quedaron mudos.
Pero a partir de ese momento la familia comenzó a funcionar mejor...
Porque cuando una madre está bien, la cosa marcha mejor y todos en la casa sabemos ahora que lo que hay que hacer para conseguirlo es que cada palo aguante su vela y cada uno afronte su propia responsabilidad.
Espero que les haya gustado, y que, si es así, compartan este pequeño cuento para que muchas casas comiencen a funcionar algo mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario