domingo, 27 de marzo de 2016

Amor de madre.


Se habla mucho acerca de las madres y del poder de su amor.
En el hospital donde trabajaba una amiga, encontró una señora portadora de una terrible enfermedad y que ya había sido ingresada diez veces.
Cada vez que pasaba un período en el centro de terapia intensiva y todos, médicos y enfermeras, apostaban que él iba a morir.
Sin embargo, después de las crisis, mejoraba y volvía a casa.
El personal del hospital no entendía como esa mujer seguía resistiendo y no se moría.
Entonces, un día, la señora schwartz explicó que su esposo era esquizofrénico y agredió a su hijo más joven, entonces con diecisiete años, cada vez que tenía uno de sus ataques.
Ella Temía por la vida de su hijo, en caso de que ella muriera antes de que el niño llegara a la mayoría de edad. Si muriera, el marido sería el único tutor legal del hijo. Ella se quedaba imaginando lo que sucedería con el chico en las manos de un padre con tal problema.
? es por eso que aún no puedo morir?, Concluyó.
El que mantenía esa mujer viva, lo que le daba fuerzas para luchar contra la muerte, toda vez que se presentaba, era exactamente el amor al hijo.
Como dejarlo en esas circunstancias?
Por eso, ella luchaba y luchaba siempre.
La Doctora, observando emocionada el sufrimiento físico y moral de esa mujer, resolvió ayudarla, proporcionando un abogado para que esa madre, tan preocupada, transfiere la custodia del niño para un pariente más confiable.
Aliviada, la paciente dejó el hospital infinitamente agradecida por poder vivir en paz el tiempo que le quedaba. Ahora, dijo, cuando la muerte llegue, estaré tranquila y podré partir. Ella aún vivía un poco más de un año, después abandonó el cuerpo físico, en paz, cuando el momento ha llegado.
La historia nos hace recordar de todas las heroínas anónimas que se convierten en madres, en nombre del amor.
De esas que trabajan de sol a sol, recogiendo papel en las calles, trabajando en industrias o fábricas y regresan para el hogar, en el inicio de la noche para servir la cena a los niños pequeños. Supervisar las lecciones de la escuela, cantar una canción mientras ellos se duermen en sus brazos.
Y las madres de personas con discapacidad física y mental que dedican horas y horas, todos los días, ejercitando sus hijos, según la orientación de los profesionales, sólo para que ellos puedan caminar, moverse un poco, expresarse.

Madres anónimas, heroínas del amor. Todos nosotros, que estamos en la tierra, debemos nuestra existencia a una criatura así. Y cuántos de nosotros aún tenemos que agradecer el desarrollo intelectual conquistado, el diploma, la carrera profesional de éxito, la madurez emocional, fruto de años de dedicación incomparable.
Quién disfruta de la alegría de tener a su lado en la tierra de su madre, no te olvides de honrar le los días con las flores de gratitud. Si los días de vejez ya la alcanzaron, llene sus días de alegría. Acaricie sus cabellos nevados con la ternura de sus manos.
Recuerda a ella que su vida se ennoblece gracias a sus ejemplos signos, los sacrificios sin cuenta, las lágrimas de sus ojos.
Y cosechando el perfume suave de la mañana, sorprenda-la diciendo: bendita seas siempre, mi madre.




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