Cuenta la historia que un día el diablo decidió retirarse de su actividad y vender sus herramientas al mejor postor. Cuando llegó la noche de la venta, tenía preparado todo su material, que por cierto, era un lote siniestro: ODIO, CELOS, ENVIDIA, MALICIA, ENGAÑO… y todo lo malo que puedas imaginar.
Entre todas las herramientas había una muy gastada, como si hubiese sido usada muchísimas veces. Sin embargo, era más cara que el resto de las herramientas. Alguien le preguntó al diablo, qué era esa herramienta tan cara. «DESALIENTO» fue la respuesta.
¿Por qué su precio es tan alto?, siguió preguntando. Porque esa herramienta, respondió el diablo, es la más útil de todas. Con ella puedo entrar en la conciencia de las personas y una vez adentro, por medio del desaliento, puedo hacer de esa persona lo que se me antoje. Está muy gastada, porque la uso con casi todos los seres de este mundo.
A pesar de la explicación y de ver la gran utilidad de esa herramienta, nadie la pudo comprar, porque el precio del desaliento era muy alto. Esa es la razón por la que aún sigue siendo propiedad del diablo.
El desaliento es uno de los estados de ánimo contra el cual es indispensable fortalecerse. Nos desalentamos con las situaciones económicas, laborales, familiares, con el fracaso, con el engaño, con la mentira, con el desamor…
Debemos mantenernos alertas contra el desaliento.
Si hay un tropezón o una caída no hay que rendirse.
Cada día podemos empezar otra vez desde el punto más alto.
«Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente, estarás haciendo lo imposible»
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