lunes, 23 de noviembre de 2015

Dueña de mi corazón.


Cada amanecer le doy gracias a Dios por permitirme despertar una vez más, porque desde el día que naciste, mi único deseo es vivir para ti, y no perderme ni un segundo de tu magia y tu alegría.
Llena tu vida de dones divinos, deja que Dios te colme de virtudes y aprende que las bondades de la vida emanan de tu comportamiento.
No permitas que nada turbe tu camino, manéjate de forma transparente y clara, si por error cayeras en alguna falta, se humilde, benevolente y justa contigo misma, para que puedas levantarte y elevar de nuevo el vuelo a tu destino.




Busca sabiduría en tu paso por la vida, ella la encontrarás en los ecos de los ancianos, nadie mejor que ellos, habrán de otorgarte ese precioso legado.

No olvides, que todo aquello que deseamos, requiere paciencia, concentración y esfuerzo, para ello, no busques nunca el camino más fácil, Sino el correcto. Enorgullécete de tus logros, más no permitas que la soberbia, te haga olvidar que vale más una sonrisa.
Piensa que mamá está y estará siempre contigo, que su misión más importante es ver florecida en ti, a una persona de bien, que deje marcadas sus huellas en el sendero, para que quizá sirva de guía de quienes no encuentren un camino.
“La vida me ha regalado una hija hermosa y se lo agradezco, cuando llegaste a mi vida te volviste dueña de mi corazón y por ello te seguiré amando hasta el último día de mi vida”.



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