lunes, 28 de septiembre de 2015

" Y Él se sentará para afinar y limpiar la plata".


style="display:inline-block;width:120px;height:600px" data-ad-client="ca-pub-3203207709880399" data-ad-slot="7913701860"> Un grupo de mujeres, reunidas en su estudio bíblico semanal, mientras leían el libro de Malaquías encontraron un versículo que decía: "Y Él se sentará para afinar y limpiar la plata" (Mal 3:3) Este verso las intrigó en gran manera y se preguntaron qué podría significar esta afirmación con respecto al carácter y la naturaleza de Dios. Una de ellas se ofreció a investigar el proceso de la purificación de la plata.
Esa semana la dama llamó a un orfebre e hizo una cita para ver su trabajo. Ella no le mencionó detalles acerca de la verdadera razón de su visita, simplemente dijo que tenía curiosidad sobre la purificación de la plata.
Ella observaba al orfebre sostener una pieza de plata sobre el fuego, dejándolo calentar intensamente. El artesano le explicó que para refinar la plata, debía ser sostenida en medio del fuego donde las llamas arden con más fuerza, para así sacar las impurezas.
En ese momento ella imaginó a Dios sosteniéndonos en un lugar así de caliente, la vida con sus pruebas. Entonces recordó una vez más el versículo "Y Él se sentará para afinar y limpiar la plata". Le preguntó al platero si era cierto que él debía permanecer sentado frente al fuego durante todo el tiempo que la plata era refinada.
El hombre respondió:
- Sí. No sólo debo estar aquí sentado sosteniendo la plata, también debo mantener mis ojos fijamente en ella durante el tiempo que está en el fuego. Si la plata fuese dejada un instante más de lo necesario sería destruida.
La mujer se mantuvo en silencio por un momento y luego preguntó:

style="display:inline-block;width:120px;height:600px" data-ad-client="ca-pub-3203207709880399" data-ad-slot="7913701860"> -¿Cómo sabe cuándo ya está completamente refinada?
Él sonrió y le respondió:
"Ah, muy simple -- Cuando puedo ver mi imagen reflejada en ella.
Si hoy sentimos el calor del fuego, recordemos que el Señor tiene sus ojos puestos en nosotros y continuará observándonos hasta que vea su imagen reflejada en nuestra vida. Es así como funciona nuestro Dios, es así como nos purifica como la plata.




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