En tus manos, Señor
siempre estamos .
No importa de donde vengamos,
ni a dónde tengamos que ir,
de la extensión de tus manos, Señor,
nunca podremos salir.
Y cuando se acabe la ruta
que en tu jardín comenzó;
cuando dejemos este traje temporal de nuestro viaje,
nos cobijará el ramaje de tu amor.
En tus manos, Señor, en tus manos,
siempre estamos, Señor, siempre estamos.
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