-Un lindo cuento relata que una fría mañana de invierno, dos erizos aparecieron por distintos caminos y se encontraron en una parte del bosque. Como tenían mucho frío ambos se acercaron el uno al otro tratando de darse calor y compañía. Se pusieron de lado, de costado con costado, pero se pinchaban. Se dieron vuelta y sucedió lo mismo. Lo intentaron de distintas posturas y no lograban estar juntos sin pincharse el uno al otro.
-Por fin uno de ellos más nervioso, habló con tono de enfado: Vengo a tu lado con deseo y buen ánimo, pero es imposible estar junto a ti, porque pinchas por todas partes.
-Eso no es cierto, respondió el otro erizo también enfadado.
-El que pincha eres tú, yo veo tus afiladas púas en tu lomo, ¿no ves que estoy sangrando por todas partes por causa de tus púas?
-Las misma acusaciones y discriminaciones volaron de uno a otro. Al fin, amargados y desalentados se separaron y cada cual se fue detrás de un árbol. Desde allí se miraron con resentimiento y rencor. A la mañana siguiente amanecieron muertos de frío.
-Murieron ambos erizos por su incapacidad de relacionarse y armonizar.
-Así muchas veces pasa con los seres humanos, damos lugar al rencor y a la amargura que nos lleva a enfríar sentimientos y emociones de nuestro prójimo, que luego nos damos cuenta del daño que hemos causado, todo por no llegar a un acuerdo...
-Y tú, estas dispuesto para armonizar con tu prójimo?...
Si dos personas andan juntas, es porque están de acuerdo.
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