miércoles, 7 de septiembre de 2016

Emperador chino y Mendigo.


Hubo un emperador chino que estaba enfermo. Los médicos de su corte, le daban todo tipo de pociones sin llegar nunca a una mínima mejoría, no encontraban los motivos de su padecimiento.
Mandó llamar a los mejores galenos, alquimistas, curanderos y uno tras otro iba fracasando.
Nadie sabía el mal del emperador.
Ya desesperado hizo que publicasen el siguiente bando “Aquel que sea capaz de curarme, le aré lo que me pida”. Determinó que el escrito circulase por el mundo entero. 
Llegaron de todos los rincones el planeta, doctores, cirujanos, facultativos, especialistas, oftalmólogos, psiquiatras, alópatas, acupunturistas, pero nadie lo curaba, el emperador seguía enfermo.
Un día pasó un mendigo por la puerta del palacio, leyó el edicto y dijo a los guardias, “Yo puedo curar al emperador”. Estos se mofaron de él y lo hecharon a patadas. Llegó lo ocurrido a oídos del monarca e inmediatamente mandó llamar el mendigo, “¿Dices que eres capaz de curarme? Si lo haces pídeme lo que quieras que te lo concederé. El vagabundo le contestó, en unas semanas si sigues mis indicaciones estarás completamente curado.
Las semanas iban pasando y en gran señor iba mejorando siguiendo las indicaciones que el indigente le daba hasta su total curación.
Cuando estuvo totalmente sanado, mandó llamar al pordiosero a su presencia “Me has curado, ahora pídeme lo que quieras que será tuyo” a lo que el mendigo contestó, majestad solo pido que coja usted un tablero de ajedrez, ponga un grano de arroz en la primera casilla y vaya doblando la cantidad de granos hasta completar el tablero.
¿Cómo me pides tan insignificante cosa, cuando podría llenarte de oro y piedras preciosas, podría darte poder, mujeres, tierras e incluso te haría miembro de mi corte y me pides unos pequeños granos de arroz, el mendigo respondió, “Agradezco vuestros ofrecimientos, pero darme lo que os pido”. Está bien dijo el monarca, si es lo que deseas, así ser hará.
El soberano ordenó que se cumpliera el deseo del mendigo, cuando estaba rellenando la mitad del tablero de granos de arroz sus despensas ya estaban agotadas, tuvo que pedir arroz a otros reinos hasta completar la petición y la cantidad resultante fue tan ingente, que al terminar el mendigo se convirtió en el nuevo emperador y este pasó a ser un indigente.







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