El terror a que ya no sean necesarios, motiva a los padres controladores a asegurarse de que sus hijos continúen necesitándolos eternamente. El rol parental es todo para estos padres, no saben ser otra cosa. El control toma la forma de preocupación, le dicen a sus hijos que hacen las cosas por su bien. El control puede ser sutil, escondido bajo “sabios consejos” o puede ser directo, con amenazas.
TÓXICOS MANIPULADORES:
Los padres manipuladores son tan hábiles en ocultar sus verdaderas intenciones, que sus hijos viven en un mundo de confusión constante. De alguna manera saben que los han engañado, pero no pueden entender cómo. A veces esta manipulación suele presentarse como una ayuda muy bienintencionada, pero que esconde otra intención detrás. ¿Cómo podemos ser malos con alguien que se muestra tan bueno con nosotros? Los padres manipuladores a veces utilizan a sus propios hijos, unos en contra de otros.
TÓXICOS QUE HIEREN CON SUS PALABRAS
Insultos, comentarios que nos humillan, críticas crueles. Quienes eligen el maltrato verbal pueden hacerlo de una manera abierta, directa, que busca degradar a sus hijos. Otros lo hacen en forma más indirecta, mediante burlas, sarcasmos, apodos insultantes y humillaciones sutiles.
TÓXICOS COMPETITIVOS:
La necesidad que tienen algunos padres de aplastar a sus hijos emocionalmente, es porque ellos han sido personas frustradas en su vida y si ellos no pudieron, entonces sus hijos tampoco. Es como si estos padres no quisieran ser superados en su nivel de felicidad y tratan de impedir que sus hijos sean mejores. Sus hijos tendrán dificultad en destacarse en la vida, siempre autosaboteándose en sus proyectos para no superarse.
TÓXICOS PERFECCIONISTAS
Existen padres que son demasiado exigentes con sus hijos, colocan en ellos expectativas imposibles, desean en algún punto que ese hijo perfecto convierta a toda la familia en perfecta. Imponen a sus hijos objetivos inalcanzables, expectativas imposibles y reglas cambiantes.
TÓXICOS QUE GOLPEAN
Muchos padres no pueden controlar el impulso de golpear a sus hijos, se frustran y se descargan con ellos. El maltrato físico no es justificable y un niño solamente se asusta ante este abuso y no es una manera saludable de poner límites. Estos tóxicos ven a sus hijos como si fueran una especie de sustituto parental, quienes tendrán la responsabilidad de colmar necesidades emocionales de las cuales carecieron.
Estas actitudes traen consecuencias negativas para ese niño que luego se convierte en adulto y muchas personas continúan eternamente bajo el poder de estos tóxicos, no logrando ser libres, ni independientes emocionalmente, faltos de confianza y seguridad en sí mismos.
Es importante aprender a identificar si hemos sido víctimas de alguno de estos diversos abusos y cómo podemos cambiar nuestras emociones para finalmente poder vivir una vida con una mejor calidad.
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